Cap. Final
Lanzó la puerta tras de sí, envuelta en odio, desesperación, dudas, tristeza… en su alma como un volcán hacían erupción varios sentimientos, distintas emociones. Tiró un florero al piso llena de furia, él la engañaba todo este tiempo y ella como una imbécil le creyó todo mientras el mundo le gritaba que estaba equivocada; estaba tan claro, pero no podía soportar más mentiras, hoy era el día de escuchar dónde él estuvo esos dos años y lo más importante: ¿Por qué regresó?
Fue a su cuarto y apoyada en la almohada recordó día a día todo lo que ha sido su vida a partir de la decisión de no casarse y la carencia de voluntad para luchar, seguir adelante y defenderse por si misma, lloró, y sentía olas que se movían en su corazón, contempló el techo de la habitación, y estuvo ensimismada por horas esperando que Cesar llegara, recordando a cada instante las palabras de esa mujer “mi esposo acaba de salir” ,el cielo oscuro dio paso a un amanecer repentino, lluvioso, el sol se asomó a través de su ventana cuando eran las 10:00, se observó al espejo y sabía que algo debía hacer, la tarde pasó rápidamente y otra vez la luna brillaba en lo alto y su mirada perdida en algunos momentos se enfocaba en la puerta que deseaba que se abriera para que Cesar apareciera, pero los días pasaron y él no llegó. Ya la comida se había acabado, vendió algunos vestidos para comprar algo y otro giro de la hipoteca había llegado, y no encontraba a su alrededor alguna solución. Esa mañana se despertó, se asomó a la ventana, respiró profundamente y una vez más observó al mundo y sabía que la tierra seguía girando y que si continuaba detenida iba a caerse de él. Hoy era el día, tenia que saber donde estaba Cesar, para recriminarle el por qué de su cobardía, para saber el por qué de su regreso, el por qué se fue por dos años.
Descendí del auto echa un manojo de nervios, guardé el reloj en la cartera y me dirigí a esa casa, no podía retroceder, ya todo estaba decidido y debía afrontar a toda costa las consecuencias de lo que habría de enterarme. Esperé un momento luego de tocar la puerta por segunda vez. Abrió la misma mujer de aquella vez, quien bajó la cara al observarla, pero pude notar el golpe que llevaba en su ojo derecho.
- Vengo a hablar con usted, no sé quien es realidad, lo cierto es que soy una víctima de Cesar Durán, una idiota que creyó en él, vengo a que sea usted quien me explique porque la cobardía a él le impide decírmelo, donde estuvo hace dos años, estoy segura que debes saberlo. – Le dije observándola, con seguridad. – Pensara que estoy loca, o que soy una cualquiera, tan solo hace tres semanas me enteré de su existencia, quiero hablar con él, que me diga por que me dejó hace dos años y por que regresó.
La mujer permaneció callada uno segundos.
- Cesar es un animal. – Dijo ella mientras subía su rostro, había dolor en su mirada, y su voz casi iba al llanto. – Me golpeó por haberle dicho que era su esposa y antes de que me ponga otra mano encima por lo que le diré, lo denunciaré, yo no me dejaré golpear por ningún hombre, yo puedo valerme por mi misma y no lo necesito.
- ¿Dónde esta él? – Interrumpí.
- No lo sé, pero en cualquier momento aparecerá, la policía lo está buscando.
Sus palabras me asombraron pero quise disimular, sentí que el aire me faltaba pero debía escuchar todo, ella prosiguió.
- Él no le dice la verdad no porque tenga miedo, sino por conveniencia. Esos dos años Cesar estuvo en la cárcel, preso por tenencia de drogas e intento de asesinato, me dejó sola con un niño, y ahora que está en libertad condicional la única alternativa que tenía para salir adelante era quitarle su dinero, usted no podía conocer su pasado, yo no estuve de acuerdo, pero ¿qué podía hacer?, tuve que aceptar cada una de sus condiciones, él no la ama, nunca la amó, solo quería su dinero para poder mantenerme y mantener a nuestros hijos, al parecer no todo le estaba saliendo como lo planeó y estaba pensando en dejarla y conseguir otra.
Corrí, corrí desesperada hasta caer ahogada en lágrimas, miré el cielo que estaba nublado, cerré los ojos y vi que mi vida se había convertido en una maldición, lloré hasta desangrarme y no tener fuerzas para odiar tanto a Cesar. Caminé desolada, con ansias de morir, él me mintió siempre, llegué al apartamento me lancé a la cama, observé la foto donde estábamos juntos, leí las cartas que me envió hace tanto tiempo y después le prendí fuego y mientras el papel se consumía pedí a Dios que me diera fuerzas para odiarlo más, para olvidarlo, para comenzar una nueva vida, recogí las cenizas y las lancé por la ventana y al verla suspendidas en el aire quise dejar flotar mi alma, quizás así mis recuerdos volarían hasta desaparecer, pero era imposible, estaba marcada, Cesar era una huella imborrable en mi vida, Mauricio, ¿Quién era en realidad Mauricio para mi?, no sabía como llamar a ese sentimiento tan especial y ya no valía la pena preguntarse ni ahondar en ello, hoy ya era imposible.
Caminó por el jardín, el sol iluminaba las rosas, el cielo estaba adornado de nubes rebosantes, la brisa era cálida y lavaba su rostro y sin saber cómo llegó hasta su casa, pensando en qué hará después de hoy, se tendió en la grama aun húmeda y una vez más comenzó a llorar, corrió por el jardín hasta llegar al árbol, su árbol, y abrazarlo y mientras sentía que el alma salía por sus ojos convertidas en lágrimas comenzó a trepar y mientras recordaba cada humillación, cada instante de soledad, cada discusión, cada ausencia, cada mentira mas rápido iba subiendo hasta darse cuenta que estaba en la cima del árbol y desde ahí podía contemplarlo todo, ese todo estaba vació o por lo menos no poseía lo que ella esperaba que se repitiera y que al parecer era imposible, se había perdido todo en un abrir y cerrar de ojos, no había quedado rastros y sabía quien era la única culpable: ELLA. Se colocó de pie equilibrándose en una de sus ramas, quería liberarse de su desdicha, de esa gran tormenta que fluía por sus venas.
- ¡Fabiana! – Gritó su madre. - ¿Qué haces?
En ese instante Alexandra llegó asustada acompañada de Ernesto, su novio.
- ¡Es Fabiana!, está en el árbol... – Le dijo a Alexandra y ésta subió la vista, se sorprendió al verla en lo alto.
- ¡Fabiana! Baja de ahí, por favor, baja. – Gritó Alexandra. – Entra a la casa, ahí podremos hablar como las amigas que somos.
Desde lo alto ella las observó, pero en su mente solo escuchaba las palabras de aquella mujer: “Cesar nunca te amó”.
-¡Fabiana no me hagas esto por favor! - Gritó Fabiola llorando, recordando que su hijo mayor había muerto en trágicas circunstancias.
Los vigilantes se acercaron y los criados también y todos le gritaban pidiéndole que reaccionara, Fabiana se sentó lo cual les produjo cierta calma, pero continuaron pidiéndole que bajara, comenzó a lloviznar y aunque Fabiola y Alexandra estaban vestidas y arregladas para ir al matrimonio de Mauricio no se quitaron del pie del árbol. Sin volver en sí aun Fabiana comenzó a descender por cada una de las ramas, cautelosamente, con la mirada perdida, mientras su madre rogaba a Dios que no le pasara nada. Cuando estaba cerca del suelo Ernesto le tendió la mano y la abrazó, acto seguido todos corrieron hacia ella y la abrazaron, Fabiola lloró sobre su hombro y la condujeron a la habitación.
Estaba envuelta en una sabana blanca, desperté y noté que estaba en mi cuarto, no sabía cuanto tiempo había pasado, quizás horas o solo minutos, pero estaba en su casa y no recordaba como había llegado allí. La criada le trajo un té, le sonrió levemente y como un relámpago recordó todo lo que había sucedido y me agité, quise salirme de la cama pero la criada me detuvo.
- Su mamá me dijo que la atara si era preciso señorita. – Dijo la chica de servicio.
- ¿Donde está mama? – Le pregunté. – Quiero verla, hablar con ella, con Alexa.
- Regresan dentro de poco señorita, están en el matrimonio del señor Mauricio. Estuvieron a su lado hasta hace unos minutos y me pidieron que la cuidara y no la dejara salir.
Tomé un sorbo del té, la puerta hacia el balcón estaba cerrada, sonreí, quizás creen que sería capaz de lanzarme, “si me hubiese casado con él” comencé a recordar otra vez a esa mujer “Cesar solo quería su dinero” me lancé al piso, “él estaba pensando en dejarla” en ese momento entraron a la habitación, se limpió las lágrimas y al subir la vista era Cesar.
- Solo quiero decirte que…
- ¡Quiero que te vayas muy lejos! – Interrumpí y lo observe a los ojos, caminé hacia él. – Si en el próximo minuto no te vas de mi casa seré capaz de matarte así sea con mis manos, no quiero escuchar una maldita palabra tuya.
- Quizás pronto me condenen por no cumplir con mi libertad condicional, pero antes de perderme quería decirte que mi corazón es tuyo.- Dijo con dulzura y una sorprendente tranquilidad.
- Me das lástima Cesar, eso es lo que puedo sentir por ti, quizás estar a tu lado era sentir que valía como ser humano porque ayudaba en algo la humanidad en regenerar a un ser tan despreciable como tú.
- ¡No voy a permitir que me insultes! – Dijo Cesar y levantó la mano desafiante, me acerqué sin temerle.
- Me pones un solo dedo encima y te cortó la mano. –Dije sujetándosela. – Y sabes, no te odio, acabo de darme cuenta que odiarte seria tenerte presente, seria una forma de amarte, siento por ti una profunda decepción, y una enorme lastima, por tu esposa y tus hijos, solo quiero que salgas de mi vida, no porque te desprecie sino porque seria recordarme lo tonta que fui.
Acto seguido le di una bofetada que lo lanzó al piso, se levantó rápidamente y me quedé inmóvil, esperando su reacción pero se limitó a observarme asombrado.
- Esa bofetada fue por la que me diste una vez. Ahora márchate antes que llame a los vigilantes. ¡Vete! y suerte en la cárcel.
Di media vuelta y escuché la puerta cerrar, sonreí, me sentí única, valiente, desafiante, íntegra, al fin me sentí viva y comprendí algo muy importante: Toda decisión es una determinación que debe conllevar a la acción, y algo tenia que hacer, sin importar las consecuencias sabia que cada experiencia me haría crecer y que dentro de mi estaba la fuerza para salir adelante si era necesario sola, tal como lo haría aquella mujer que teniendo dos hijos decidió luchar por ella y su familia.Sin que se percataran salí de la habitación, noté que no había nadie, y me escapé por la puerta trasera de la mansión.
Mauricio estaba feliz, ahí al frente estaba ella, una mujer a la que amaba, hermosa, inteligente y lo más importante, lo amaba también. En su letargo podía escuchar el canto del Ave Maria y observar la felicidad en el rostro de cada uno de los invitados. Clemencia sentía la dicha tomada de la mano, y soñaba con una felicidad eterna al lado de ese hombre que tanto ama. Mauricio subió el velo y le besó dulcemente en los labios, todos aplaudían y cuando dio media vuelta se sorprendió, ahí en la puerta estaba Fabiana, al ver la mirada del recién casado todos voltearon para descubrir qué sucedía y reinó el silencio en el lugar, Fabiola se puso de pie, Fabiana, caminaba por el pasillo, hermosa, segura, con un aura especial que la envolvía y los flashes relampagueaban en su rostro, como una película en cámara lenta sus pasos eran contados y se hacían eternos para llegar a su destino, estar frente a Mauricio.
- Felicitaciones. – Dijo cuando llegó hasta él y lo abrazó fuertemente. – Eres un gran hombre y te mereces lo mejor.
Clemencia y Mauricio no articulaban palabra
- Sé que se irán muy lejos y antes de eso tenia que pedirte perdón por lo que hice, ya ha pasado tiempo y hoy me demuestras que has dejado atrás todo lo sucedido, pero mi ser exigía que te debía un perdón con toda la sinceridad y desearte lo mejor del mundo.
- Sé que se irán muy lejos y antes de eso tenia que pedirte perdón por lo que hice, ya ha pasado tiempo y hoy me demuestras que has dejado atrás todo lo sucedido, pero mi ser exigía que te debía un perdón con toda la sinceridad y desearte lo mejor del mundo.
- No te preocupes, todo quedó atrás Fabi. –Dijo Mauricio suavemente y observó nervioso a Clemencia. Fabiana prosiguió.
- Es un gran hombre, Clemencia. Te felicito. Y ambos tienen en mí una gran amiga.
Acto seguido los abrazó, les dio un beso en la mejilla. Observó a su madre, le guiñó un ojo haciéndole entender que todo estaba bien, dio media vuelta y se retiró.
Habían transcurrido algunos días, Fabiola llamó desde Buenos Aires preguntando como estaba todo, y todo marchaba bien. Ernesto conversaba con Alexandra en el jardín y Fabiana estaba en su habitación ordenando sus libros, mientras escuchaba música, tranquila, relajada. Había averiguado en la universidad sobre el proceso de reinscripción e inicio de clases, y había decidido también comenzar a trabajar, quizás en un museo, o como asistente de un reconocido antropólogo. Observó las noticias, hablaban del matrimonio de la top model Clemencia con Mauricio Córdoba y la aparición de la ex novia de éste quien no es más que la hija de la artista plástica Fabiola, del economista Alexandro Pietri, la nieta del famoso actor Amador Monasterio. - ¿De que te ríes? – Preguntó Alexandra entrando a la habitación y acostándose a su lado.
- Algún día quiero que me llamen por mi nombre, la famosa Antropóloga Fabiana Pietri Monasterio.
Sabia que para ello era necesario la acción, porque así lo había determinado. Terminaría su carrera, luego de regresar de su viaje a Eslovaquia donde estaría con su padre.
- ¿Que tal si competimos cual de las dos llega mas alto al árbol? – Dijo Alexandra y ambas corrieron hasta allá, recordando cuando jugaban siendo niñas. Mientras la música aun sonaba en la habitación.
© Jesús Maury, 2007, todos los derechos reservados.
6 comentarios:
YA!! HASTA QUE LEÌ EL FINAL, MUY BUENAA, DEJA UN BUEN MENSAJE NECESARIO PARA MUCHOS, Y EL FINAL NO ES EL TIPICO DE OTRAS NOVELAS POR AHI
Jesus Maury te daría todos los premios del mundo por hacer que domingo a domingo viviera al lado de Fabiana y vivir junto a ella toda esa experiencia que a la final la hizo crecer como persona y valorarse como mujer.
Es hermosa, emocionante, estupenda, y deja un gran mensaje.
Gracias una vez mas.. me hará mucha falta.
Ahora a ver que leeremos los domingos de novela.
ojala el blog traiga mucho mas lectores para tu historia. sigo pensando que es una excelente creacion y fue un gusto poder disfrutarla.
saludos
The king es un devorador de historias, es grato saber que pudo entenderla con una facilidadd asombrosa, y pude hablar con él via msn como lo hice en una oportunidad con Junior y por el foro con Ruxi, sobre lo que me gusta esta historia y como la iba moldeando. Gracias King.
Granda ha sido mi fiel lectora. Es un honor para mi que me haya leido, hayas amado y hasta odiado a mis personajes. Un saludo y un abrazote.
Ruxi, me gusta mucho verte por aqui, para quien no la conoce ella es mi amiga de Eslovenia y una de mis primeras lectoras. Está inspirado en ella el hecho de que Alexandro viva en Eslovaquia y que Fabiana es alla donde va a pasar una temporada.
Gracias Ruxi!! te quiero muchooote
(ah pronto viene aquello en lo que me ayudaste)
Un momento!!! Falto yo!!! jeje...
Hoy Fabiana me tenia super nerviosa (creia que la pobre se iba a suicidar)... Me hubiese gustado saber más sobre las miserias por las que pasaria mi siempre ODIADO César (para saciar un poco la sed de justicia femenina jeje!), pero el hecho de que Fabiana haya superado todo me llenó mucho más.
En realidad, fue un excelente final, no esperaba menos de la historia (y por supuesto del escritor)...
Por cierto Jesús, como siempre, tengo una duda (un poco extraña, pero bueh!!): tienes conocimiento sobre el Diccionario de simbolos de la literatura???
De nuevo, felicitaciones por la historia... ¡Saludos!
Hola Karla!! mi otra fiel lectora... gracias una vez mas, me hiciste recordar a La Igualada, que queria saber hasta que habia pasado con el gatito jeje.. como anecdota te cuento que cuando escibi Huellas, Fabiana se suicidaba pero es algo que no me convencia, y como veras lo cambie, porque como persona tiene derecho a evolucionar y como escritor quiero dejar un mensaje,Gracias por tu apoyo!!! me alegra bastante que te haya gustado, y un besotote.
Ah! sobre el diccionario jamas lo he escuchado dejame ver que te averiguo y te envio Pm por alla.
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